Imagina que el universo es una gigantesca orquesta sinfónica, donde cada elemento, cada ser y cada energía es una nota musical única. Esta orquesta está dirigida por la Fuente, el director invisible que coordina todos los instrumentos, asegurándose de que cada nota se mezcle con la siguiente para crear una melodía perfecta.
Sin embargo, muchas veces, algunos instrumentos (representando nuestras emociones, pensamientos, energías y estados internos) tocan fuera de sincronía, causando una disonancia, un ruido que interrumpe la armonía universal. Esto se traduce en desequilibrios en nuestras vidas, en nuestras emociones, en nuestro bienestar físico y energético.
Aquí es donde Kryptonik entra en escena: los fractales del universo, con sus colores, geometrías, sonidos y frecuencias, son como las partituras de esta gran orquesta. Cada fractal es una pieza musical única, que contiene una serie de notas (o frecuencias) que vibran en diferentes partes de nuestro ser, desde lo más físico hasta lo más sutil.
A medida que recorremos los 12 viajes de Kryptonik, nos sumergimos en cada uno de estos fractales, sintonizando nuestras vibraciones con las notas de la melodía universal que cada fractal representa.
Al integrar estas frecuencias, logramos la alquimia: transformamos los “ruidos” disonantes dentro de nosotros (las emociones desequilibradas, las tensiones físicas y energéticas) en notas armoniosas que restablecen el equilibrio en todo nuestro ser.
Cada viaje que realizamos nos permite recordar notas en cada uno de los 6 fractales de Kryptonik, que se convierten en nuevas frecuencias que vibran dentro de nosotros. Estas notas son como la semilla de la sinfonía, plantada en nuestro interior, cargada con la esencia de la armonía universal. Estas notas no solo nos alinean con el flujo de la música cósmica, sino que también reemplazan las frecuencias disonantes con una nueva melodía, una vibración pura de luz y amor.
Es como si, al integrar estas frecuencias, dejamos de ser meros receptores de realidades basadas en semillas inarmónicas (como semillas de miedo, sufrimiento o limitación) y comenzamos a ser portadores y emisores de una nueva vibración, una frecuencia de alta consciencia que proyecta nuevas realidades.
Cada pensamiento, cada acción, se convierte en un acto de creación, una emanación de la sinfonía fuente, vibrando en ondas de luz, amor y armonía. Así, en lugar de crear más ruido, comenzamos a manifestar realidades que son reflejos de la sinfonía arcoíris, la perfecta fusión de los seis colores y frecuencias de Kryptonik.
Simil de la Semilla y la Sinfonía Fuente
Piensa en Kryptonik como un jardín cósmico. Cada fractal es una semilla que contiene el potencial de la sinfonía fuente. Esta SEMILLA no es solo una idea abstracta, sino que tiene una vibración propia que puede ser sembrada dentro de nosotros.
A medida que realizamos los viajes, cada SEMILLA germina en su propia frecuencia y comienza a brotar en nuestro ser, armonizando las energías internas y reemplazando las “disonancias” con ondas suaves y claras de amor y luz.
Esta SEMILLA es como una notita musical dentro de una partitura universal: al sintonizar, logramos la alquimia, lo que antes era ruido discordante se vuelve una vibración pura, como si cada célula de nuestro cuerpo comenzara a resonar al ritmo de esta nueva melodía.
Al final del proceso, la SEMILLA crece, florece y da frutos: el fruto de la consciencia plena y la armonía, un fruto impregnado por la sinfonía de luz, amor y paz que hemos cultivado dentro de nosotros.
Este es el viaje y juegos que nos propone la “Esencia-Consciencia” Kryptonik, adaptada a cada uno de los que resonamos y decidimos firmemente dar el salto a una dimensión de más alta frecuencia vibracional y consciencia expandida.
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NOTA: Todas las imágenes están “Codificadas”. Contienen los Comandos Cuanticos de Alta Frecuencia Kryptonik, para que realices un viaje interno de alquimia (al inspirarlas, pausar para sentir el gozo, exhalar para compartir e irradiar en tu Universo).
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